Comentario
Como consecuencia de la tradición militar hispanoárabe, la leva del Medievo se transformó durante el Renacimiento en un ejército profesional. Así nacieron los Tercios, una fuerza voluntaria en la que la Real Hacienda hacía un contrato con un capitán o un general que reclutaba a los hombres que necesitaba dotándoles de armas y vestuario. El valor de este material se detraía de las pagas, por lo que quienes se alistaban no lo hacían sólo por un sueldo, sino más bien por conseguir un botín o para comenzar una carrera militar. De hecho, un soldado podía alcanzar el cargo de capitán, al que se accedía tras varios años de servicio y no desde una academia, pues en esta época no existían.
Los Tercios estaban compuestos por unos tres mil hombres divididos en tres coronelías organizadas, a su vez, en cuatro compañías de piqueros, arcabuceros y, posteriormente, de mosqueteros, ballesteros, etc. El maestre de campo, elegido por el Consejo de Estado, era la máxima autoridad en un Tercio.